Filósofas y escritoras griegas en los inicios del patriarcado

Rapto de Proserpina (Koré) Museu Arqueològic de Catalunya (MAC), AGC, 2021

La historia, supeditada a una escritura que la refleja, se inicia en las civilizaciones más antiguas de Mesopotamia (tablillas de Sumer, código de Hammurabi en Babilonia), los pueblos del Indo (libros Vedas), Egipto o la China (Tao, Confucio), tradiciones en que lo religioso se mezcla con los conocimientos y con las primeras legislaciones. Zoroastro, Buda, Confucio, profetas bíblicos y filósofos griegos coinciden entre los siglos VII-V AC en lo que se conoce como “época axial”.

En la Grecia Antigua la filosofía equivale a sabiduría o “Sofía” y se fundamenta en antiguos mitos. Hesíodo escribe su Teogonía sobre el origen del Cosmos y la genealogía de los dioses. Aunque la mujer está representada como diosas o heroínas, en los textos aparecen sometidas al varón. Atenea, por ejemplo, nace de la cabeza de Zeus. Su obra Trabajos y días representa un primer calendario de la agricultura.

Atenea, diosa de la sabiduría y de la guerra, pensativa. Vikipedia

En uno de estos primeros escritos cosmogónicos Parménides de Elea contrapone la lógica de la metamorfosis de los mitos femeninos al “Logos”del pensamiento lógico-abstracto masculino en su poema sobre la naturaleza, donde establece: “a la derecha niños, a la izquierda niñas”.

Uno de los mitos femeninos más extendidos era el del reencuentro de la diosa Deméter (Ceres para los romanos) con su hija Koré (Perséfone) que probablemente procedía de las religiones matriarcales del neolítico fundamentadas en la fertilidad de la tierra y la fecundidad de la mujer. Las fiestas de reencuentro de la diosa con su hija (misterios eleusinos) eran muy celebradas. Vestigios de estas diosas son las denominadas “Venus” o “Damas”, como la estatuilla de Gavà (3000 AC), pero al escribir el mito, el reencuentro es sometido a los designios de los dioses.

Vaso votivo con forma de Deméter, donde se ponían las primicias de las cosechas. MAC, AGC

Las obras épicas de Homero: La Iliada y la Odisea consolidan la cultura de la guerra en la que los varones tienen preponderancia. Estos escritos, de gran influencia en la cultura occidental, junto a los cinco primeros libros de la Biblia (Pentateuco) y las leyes romanas, sientan las bases del patriarcado, como apuntan las historiadoras Anderson y Judith.[1] En todo caso, la historia occidental escrita con el latín que se impone en el Mediterráneo sobre las lenguas orales transmitidas por las madres, va abriendo una brecha de género que no se encuentra en otras tradiciones, como la egipcia.

Las mujeres procurarán, a lo largo de los siglos, participar en la vida cultural de sus sociedades, pero sus obras serán sistemáticamente silenciadas, olvidadas, relegadas, vilipendiadas, eliminadas o plagiadas, incluso aunque algunos varones que las admiraron, respetaron o amaron las reconocieran.

  • Safo de Lesbos (650-580 AC), poetisa, es la primera escritora que conocemos. Estaba casada y tenía una hija, Cleide, a la que dedica algunos versos. Escribió nueve libros de poemas de los que sólo uno ha sobrevivido. Canta a Afrodita, al amor nupcial, al amor en igualdad de sexos, a las dificultades que la amistad conlleva… Safo escribe, recita y canta principalmente para las mujeres. Fundó la primera escuela de mujeres de la historia: “la casa de las servidoras de las musas”, en la que las muchachas se preparaban para casarse y para honrar a Afrodita, la diosa de la belleza, con cantos y danzas. Algunos de los versos de Safo han sobrevivo al presentarlos como modelo de la métrica.
Safo «la Bella»

Sócrates (469-399 AC) la llamó Safo “la bella” por su poesía. Pero también fue calumniada, derramándose sobre ella juicios de valor y datos biográficos sin fundamento. Aunque conocemos los nombres de otras poetisas, pocos versos de ellas han sobrevivido.

La filosofía occidental se inicia en occidente con Tales de Mileto (624-546 AC) y Pitágoras de Samos (570-497 AC), que le da el nombre. Sus teorías influirán en numerosos seguidores. Tales de Mileto era uno de los considerados “siete sabios” por Sócrates. En estas primeras escuelas la filosofía se movía entre las matemáticas, la geometría, la música, la física, la arquitectura, la medicina o la legislación de la ciudad. La escuela pitagórica, relacionará estas disciplinas con lo simbólico y el número.

En la Grecia Clásica la “Sofía” o sabiduría antigua se transforma en sofística, dedicada a los conocimientos y a la retórica y en Logos o razón, fundamento del método socrático que explicará Platón (427-347 AC). La escuela pitagórica tuvo numerosos alumnos y alumnas que hacían vida en común.

La escuela pitagórica contaba con una comunidad de alumnos y alumnas
  • De Téano de Crotona (550 AC), alumna, filósofa y mujer de Pitágoras, sólo queda un fragmento de su obra: “Sobre la piedad”. A ella se le atribuye el concepto de “proporción aurea”. Matizó la concepción numérica como algo que responde a un orden, pero no origina nada. Las corrientes pitagóricas, cercanas a las órficas, consideran el Amor, la Justicia y la Verdad, o las leyes del equilibrio y la armonía, como principio rector. Téano, viuda, continuó en la escuela pitagórica formando a mujeres y hombres.
  • Fenáreta, comadrona, casada con un cantero, fue madre de Sócrates. Este filósofo, que no dejó nada escrito, fundamenta su método (mayéutica o arte de dar a luz) en las observaciones sobre el trabajo de su madre. Mediante analogías y preguntas se llega a descubrir lo que llevamos dentro. Es una propuesta que fundamentará los métodos pedagógicos basados en la observación, la acción y su análisis. Con los que se creen saber Sócrates utiliza la ironía para desmontar esquemas previos, tan dañinos al conocimiento.
  • Aspasia de Mileto (470-400 AC) sofista, compañera de Pericles, con quien tuvo un hijo, fue maestra de retórica, historiadora, hábil estratega y asesora en el gobierno de la ciudad junto a su marido, compartió diálogos con filósofos con el sofista Anaxágoras y Sócrates. Muchos escritos posteriores hablan de ella, en ocasiones para ensalzarla, en otras para vilipendiarla, ya que, como extrajera que era, estuvo en el punto de mira de la ciudad de Atenas y a punto de ser condenada tras la guerra del Peloponeso. En algunas obras se la ensalza en demasía, irónicamente, con lo que los juicios vertidos sobre ella no son fiables, como ocurre en muchas mujeres que alcanzaron cotas de poder insoportables para los varones.
  • Fintis de Esparta (400 AC), otra alumna pitagórica, escribirá sobre la conducta moral en la mujer. En Esparta las mujeres, valoradas como en todas las civilizaciones por su capacidad de dar a luz, seguían una buena dieta, hacían deporte y estaba bien visto que tuvieran relaciones sexuales a fin de que su cuerpo estuviera en mejores condiciones.
Mujeres espartanas haciendo deporte. Vikipedia.
  • Perictione (Atenas, siglo V AC) fue madre de Platón ehija de Solón de Atenas (legislador), otro de los “los siete sabios”, se considera que pudo estudiar en la escuela pitagórica.

Sobre la educación de la mujer Platón consideraba que debía darse si había aptitudes, pero también dejó escrito en la compilación de libros de La República, que en general han de considerarse inferiores, aunque pueda haber alguna excepción a título individual. La sentencia ha perdurado.

Junto al patriarcado que promueven las leyes refrendadas por algunos filósofos, no hay que olvidar la misoginia que obras cómicas fijan en las retinas, las ideas y las expresiones vulgares, como las de Aristófanes (444-385 AC), de las que ya hablaremos en otra ocasión.

Si hemos empezado con una poetisa, Safo, acabaremos con una figura, real o simbólica, que Platón utiliza para hablar del Amor. Se trata de Diotima de Mantinea (400 AC), sacerdotisa órfica, maestra de Sócrates de la que Platón habla en “El banquete”, en un diálogo entre Sócrates y Diotima sobre el amor como forma superior de conocimiento, algo que las madres (por lo general) y los enamorados/-as sabemos. El amor es una mediación, un puente entre lo que percibimos y la idea de Belleza y Bien. El amor consigue ver belleza en lo feo y sabe que el Bien anida en el ser amado sin necesidad de palabras.

No hay texto más bello al respecto que el que escribió, exiliada, la filósofa María Zambrano (Málaga, 1904 – Madrid, 1991).

“…Quizás durante tiempos y tiempos estuve casi seca. Y alguien colocó piadosamente una piedra blanca de esas que yo amaba desde siempre, para que la herida en la tierra que es todo manantial que ya no mana, no fuera visible. Recogida en mí misma, todo mi ser se hizo un caracol marino; un oído; tan sólo oía…”

En la Naturaleza se encuentra la proporción aurea pitagórica, en ella y en su exilio se inspiró María Zambrano en su escrito sobre Diotima.

Mª Àngels García-Carpintero Sánchez-Miguel, L’Hospitalet, 30-julio-2023


[1] Anderson, Bonnie S. y Zinsser, Judith P. (1988, EEUU, 1991, trad. Castellana). Historia de las mujeres. Barcelona: Crítica, Serie Mayor, 2007

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